Un amor para el invierno,
para las tardes de frío,
para las noches sin sueños.
Una dulce mirada oscura,
negro café amargo,
universo sin salida.
El néctar de tus palabras,
embriagando mis oídos,
tus dulces manos cayosas,
revolviendo mis sentidos.
Y cuando te vuelvas a ir
llévate este poema junto a ti.
Deja mi alma rota,
deja, silencio y vacío.
Hoy, parada, he mirado tu ventana
he contenido las ganas,
de llamar a tu portal.
La gente que pasaba
ni si quiera se inmutaba.
Así pasaban los días
cuando ni siquiera tú estabas.
Tantas veces he gritado,
en todas respondió el eco.
Tantas notas he escrito,
recordando lo vivido.
Una foto muy borrosa,
un beso fugaz de estrellas,
una caricia en la huida.
Es todo lo que me queda.
Sólo mis sábanas saben,
lo mucho que he llorado
y todo lo que te extraño.
