Mis vestidos. Tus calcetines.
Mis pantalones. Tus sudaderas.
Mis pijamas, que son todas tus camisetas.
Y me gusta vestirme de ti;
porque solo así,
siento que estoy en casa.
Hoy, papá, necesitaba llorar en tus jerséis,
para encontrarme a mí misma;
porque solo en ellos, siento que estoy a salvo.
Me gusta la dulzura con la que me miras,
a veces, cuando estoy concentrada,
fingiendo que no te veo.
Te quiero;
porque rebates
todas las ideas que tengo,
y me haces creer en ellas
a base de argumentos.
Te adoro;
porque tú siempre
has hecho que sea fuerte.
Y has confiado en mí,
aun estando tirada en el suelo,
cuando solo tú veías,
que yo, en verdad,
estaba intentando levantarme.
He cantado tus canciones.
He leído todos tus libros.
He llorado con tus películas.
Y por ello, soy más tú.
Me has enseñado a gritar,
por todo, y a la vez por nada;
y comprendes que a veces grito
porque no sé pedir ayuda,
y me estoy
ahogando
por
dentro.
Hoy, papá, me he puesto tu jersey más bonito,
porque necesitaba encontrarme,
llorando,
en mi rincón favorito.
He cantado tus canciones.
He leído todos tus libros.
He llorado con tus películas.
Y por ello, soy más tú.
Me has enseñado a gritar,
por todo, y a la vez por nada;
y comprendes que a veces grito
porque no sé pedir ayuda,
y me estoy
ahogando
por
dentro.
Hoy, papá, me he puesto tu jersey más bonito,
porque necesitaba encontrarme,
llorando,
en mi rincón favorito.
