Los poetas nunca ligarán por móviles,
ni por ordenadores,
ni siquiera por datos, a falta de wifi.
No acabarán baterías en conversaciones
vacías a las tres de la mañana.
Ni tan siquiera pensarán,
que la foto que han colgado,
con mucha carne y poca ropa,
vaya a causarte
sen-
-sa-
-ción.
Ellos son más de subirse a las barras
de bares desangelados,
con una botella en la mano
y la lengua recién afilada,
larga, astuta y viperina.
Y así, borrar con sus versos
el hedor del amor que llevan dentro.
Nunca esperes que te manden poemas,
cargados del típico cinismo que rodea
a todas las personas que llevan más de tres noches
sin besos en la comisura de su boca censurada.
Prefieren malgastar lágrimas en pasados
para ver borroso el presente.
Y no pensar que mañana,
con la resaca de sentimientos,
volverán a su cama vacía besos
y atascada de recuerdos.
