26.11.16

Capítulo primero

Su arco de Cupido era como un salto infinito a la inmensidad de unos labios pálidos, finos y sutiles. Los dientes eran perlas estalladas en una lengua casi siempre muda y escondida.
Cuando por fin conseguía apartar la mirada de su boca, la levantaba hacia sus ojos azules, turbios como una marejada y profundos como el infierno que llevaba dentro. La melena rubia y la palidez de su rostro acababan de darle el toque enfermizo que tanto se empeñaban en ocultar con mil cremas y polvos de color.
No le gustaban ni las faldas ni los vestidos  y como todos los domingos era obligatorio llevar vuelos y tacones ella los odiaba. Por no hablar de los sermones con los que les obsequiaba el cura castigando todo aquello que no fuese el recato y las demás doctrinas religiosas como la entrega total a sus futuros maridos, a los que debían amar con todo su ser. Y si no era así, por lo menos aparentarlo.
Con este panorama de futuro ella amargaba sus días porque en el fondo sabía que nunca iba a ser capaz de amar a nadie como la amaba a ella. Un amor prohibido que vivía en el silencio, siempre en el silencio.



Marinita Lol

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